Ven, vamos a bailar. Vamos a desvelarnos toda la noche mirando nuestros ojos, nuestras ventanas al alma. Vamos a divertirnos hasta que no podamos más. Vamos a amarnos sin mirar atrás.
El lenguaje del amor es universal, pero no todos lo saben usar, mucho menos interpretar. Tú y yo nos encontramos entre tantos que no supieron transmutar sus sombras. Nos encontramos cuando más nos necesitábamos.
Abrí los ojos y miré directo al sol a través de la ventana. Un nuevo día habitando desde una nueva presencia.
Rocé mis dedos sobre mis plantas, sobre el pedacito de vida que limpia mi habitación.
Inspiré profundo, disfrutando del calor sobre mi piel. Agradeciendo la visión expandida a la que volví.
Estiré cada parte de mi cuerpo, preparándome para bailar con la vida una vez más.
Lentamente salí del sopor matutino y tomé unos segundos para centrarme, para sentir mi corazón latir y saber que caminar hacia mi vida real es mucho más fácil cuando no le doy cabida a la voz con miedo que aún me habla.
¿Y si todo fue un eco de mi imaginación?
Yo sigo aquí, mirando a la luna cada mes, esperando para recibirla y dejar que suban mis mareas.
Ondas y vibración a través de los audífonos, recordándome que debo seguir a pesar de la ilusión.
Subo el volumen para escuchar atentamente las palabras que me acompañan de regreso a casa.
Habito mis cuerpos, me alineo con la verdad que nace de mi corazón y que me dicta cada movimiento.
Imposibles ya no hay, imposibles ya no voy a alimentar. Tomé el camino de la Verdad y me atrevo a guiarme a través de él

Deja una respuesta